jueves, 30 de junio de 2011

Cifrando y descifrando la indignación


     Ayer, desde El País, José Ignacio Wert se suma a los que echan la bronca al M15M (o a los "indignados" a secas, como él prefiere llamarnos), por varios motivos: por difusos, por inconcretos, por jugar con cosas que se pueden romper...y al final ya carga las tintas: izquierdistas revolucionarios, demagogos, violentos (una vez más).
     De nuevo, el profesor Wert tiene razón en unas cuantas cosas (y es preciso leer con atención las reflexiones de personas sensatas y cualificadas) pero se equivoca en las principales. Tiene razón (es obvio) cuando señala que el movimiento responde a un malestar difuso pero no ha sido capaz de articular propuestas concretas y viables de reforma/transformación política. Tiene razón cuando señala que la base social e ideológica es mayoritariamente "de izquierdas" (entiendiendo por tal la no integrada en los grandes partidos). Tiene razón en que la democracia (y hasta la economía de mercado) son inventos valiosos y delicados, con los que no deben hacerse muchos experimentos, no sea que nos los carguemos.
     Se equivoca en cambio al deducir que el M15M será incapaz de articular propuestas viables de transformación. Aunque, como cualquier futurible, mi afirmación es tan indemostrable como la suya, no parece disparatado pedirle un margen de cortesía (no han pasado ni los cien días que suelen regalársele a los gobiernos en democracia) para ver quién tiene razón. Entiendo que la objeción no es menor, ni mucho menos, pero si nuestros partidos, 35 años después de la Transición Democrática, no han sido capaces de solucionar algunos de nuestros más graves problemas ¿qué tal si le damos al Movimiento digamos 35 meses para tratar de articularse y plantear propuestas?
     Se equivoca al insinuar que, de esa base social izquierdista, se deduce que el M15M sea una mera reedición de la política de grupúsculos: el movimiento es amplio, es apartidista, es incluso antigranpartidista, pero no es en absoluto antidemócrata: al contrario, o que pide es más democracia, mejor democracia. Se equivoca también, por tanto, en sus temores sobre el destino de la democracia española sometido al albur de las asambleas del M15M: la niña --por seguir con el símil de Wert-- ya tiene más de treinta años, y se baña sola; y francamente, tiene roña por los cuatro costados y va siendo hora de sacar un poco de piedra pomez.
     Aunque escueza.

     Que no se deje engañar por las camisetas: aquí no nos comemos a nadie.

(¿CONTINUARÁ?)

sábado, 25 de junio de 2011

Aportación a un debate sobre los medios


     La Defensora del lector de El País plantea hoy la necesidad de un debate urgente sobre las raíces la desconfianza del M15M respecto a los medios. Del todo de acuerdo. Y esta es mi contribución a ese debate.

     Los medios, como los partidos políticos y sindicatos, como muchas organizaciones e instituciones, están desconcertados con el M15M: por inesperado, por desarticulado (pero potente), por su falta de cabezas visibles y su manifiesta desconfianza hacia muchas de las reglas del actual juego político. Los periodistas, incluso los que simpatizan con el movimiento (y es de suponer que sean cerca del 80%, como en el conjunto de la ciudadanía), se sienten desconcertados y también dolidos por la desconfianza de muchos de los "indignados" (¿una etiqueta neutra?¿adecuada?: es la que siguen utilizando mayoritariamente) respecto a los medios, algo que interpretan (en parte con razón), como desconfianza hacia la honestidad y profesionalidad de una mayoría de periodistas.
    Sin embargo, las quejas del movimiento ante los medios (y en especial los grandes medios y los grupos mediáticos) están basadas en realidades que nadie conoce mejor que los propios periodistas, porque son ell@s quienes las sufren a diario:
     a) Peso de consideraciones políticas impuestas por los jefes de redacción o directores de informativos (ver Telemadrid, pero no sólo);
     b) Incapacidad para sacar adelante noticias que colisionen con los intereses económicos del medio (u otros del grupo, en su caso), incluidos sus socios o mayores anunciantes.
     c) Primacía del periodismo de decaraciones (¿por qué ese empeño en hallar "portavoces" del 15M?) y retroceso del periodismo de investigación.
     d) Dificultad para publicar opinión (en las tribunas correspondientes) para firmas que no sean las consagradas y temas que no sean los de la agenda del medio.
     e) Primacía del periodismo-espectáculo, frente a las noticias de calado (¿peleas en el parlamento de Taiwan? :lo que tiene imagen salta a titulares en los telediarios; eso lo sabe bien quien pidió helicópteros para llevar diputados al Parlament).
     f) Falta de garantías en el ejercicio de la independencia del periodista.
     g) Dictadura de lo nuevo (noticioso) sobre lo importante.
     h) Presencia desproporcionada de guerras mediáticas que sólo interesan a los propios medios (audiencias, guerras de egos, fichajes de firmas, etc.)


    De esos males, entre otros, nace buena parte del malestar de muchos lectores/oyentes/espectadores con respecto a los medios, y muy en particular respecto a los grandes medios y grupos mediáticos: es difícil hurtarse a la impresión de que forman parte del conjunto del sistema político, en clara colusión con los grandes partidos (que les proporcionan/niegan informacion privilegiada, acceso de lujo, concesiones administrativas --en mercado audiovisual--, publicidad institucional, subvenciones u otras fuentes de apoyo o beneficio), y están por tanto muy directamente interesados en el mantenimiento del status quo, al que contribuyen desde sus plataformas como "cuarto poder".
     Dos ejemplos: el ansia de los medios por tener portavoces del movimiento y la exigencia de muchos editoriales de que éste presente un programa formal y articulado para el debate. En cuanto a lo primero, es llamativo que quienes tanto se lamentan del periodismo de declaración y rueda de prensa no sean capaces de entender que lo que les toca es, precisamente, hacer trabajo de periodistas: bajar a la calle, mirar, hablar con unos y con otros, recoger información, contrastarla y elaborar...noticias. Respecto a la exigencia de objetivos y de un programa, es un poco lo mismo, y tiene que ver con la necesidad de seguir alimentando primeras planas y titulares: "¿por qué no nos dan lo que queremos?" --parecen decir algunos. Pues, sencillamente, porque el ritmo y las prioridades del movimiento son otros.
Como los de la inflación, las reformas educativas u otras muchas cosas importantes en la vida.
     Esto, obviamente, no quiere decir que pueda ni deba prescindirse de la prensa, ni de los medios. Tampoco de la profesionalidad de los periodistas. Al contrario, son hoy más necesarios que nunca, como los buenos políticos: pero nos cuesta encontrarlos en el actual sistema.
     Al igual que en materia política, no se quiere otra democracia de dudosa inspiración, sino MAS democracia de la que ya tenemos. No queremos OTRA libertad de prensa, sino MAS libertad de prensa: medios que salvarguarden la independencia de los buenos periodistas, que no jueguen mil juegos en otros mercados que no sean el de la información, que huyan de las colusiones con los políticos y sepan que la función crucial que ejercen en una democracia, exige un ejercicio de responsabilidad y honestidad que no siempre vemos en nuestros medios.


Soy miembro del movimiento 15M.
Publico mis opiniones en un blog con el pseudónimo MH.
Estoy dispuesto a revelarle mi identidad a efectos legales, si es que desea tener en cuenta estas opiniones.
Pero no tengo el menor interés en firmarlas con mi nombre y apellidos.

(¿CONTINUARÁ?)

martes, 21 de junio de 2011

Y voces


     En contraste con el silencio de muchos de los intelectuales de cámara (o camarilla) de la izquierda tradicional, agrada y conmueve el hecho de que muchas de las voces de referencia y los apoyos intelectuales del movimiento vengan de los ancianos de la tribu, jubilados que se resisten a cerrar la boca y los ojos: Sampedro, Hessel, Galeano, Punset...
     Mentes jóvenes que nos recuerdan que el pensamiento crítico no tiene edad, y alientan la esperanza de que podamos envejecer con dignidad, sin convertirnos en otro de esos nostálgicos del bachillerato antiguo, del tomate de antes y del orden público.
     Definitivamente, el M15M es un movimiento juvenil.
(¿CONTINUARÁ?)

lunes, 20 de junio de 2011

Silencios


     Sorprende el silencio de muchos de nuestros "intelectuales de izquierdas" o "progres de guardia" (según desde donde se disparen los calificativos) en todo este asunto del M15M: tal vez hayan hablado, pero no les he leído. Me sorprende no saber que piensan los actores del No a la guerra (salvo Willy Toledo, que ha hablado y actuado alto y claro), o Antonio Gala, o incluso Fernando Savater. En cuanto a Almudena Grandes (mi progre favorita) ha escrito sobre el tema pero con tal ambigüedad que no es fácil saber qué opina. Eso sí, ayer volvió a deleitarnos con el enésimo artículo sobre la memoria histórica, la reivindicación de la tricolor y los restos del general Franco.
     Y me acuerdo de la frase de Eric Hobsbwam: "Los malos historiadores hablan del pasado para no mirar al presente; los buenos, hablan del presente mientras miran al pasado".
(¿CONTINUARÁ?)

sábado, 18 de junio de 2011

Hoy, de nuevo, a la calle

    En Madrid, en Tenerife, en toda Europa.


    Diez razones para no faltar al #19J          Carlos Carnicero


Se ha iniciado un deslizamiento firme, pacífico y esencialmente democrático para traducir la indignación ciudadana en vectores de cambio hacia un sistema más justo, más solidario, con menores diferencias y que permita que cada ciudadan@ tenga derechos eficaces para acceder a la felicidad. Y este movimiento, que está amenazado por poderosos intereses, no podemos permitir que retroceda y menos aún que se trunque.

Quiero manifestar las diez razones que a mi entender nos convocan a las manifestaciones de mañana a las que creo que no tenemos derecho a dejar de asistir aunque sea por un compromiso elemental de ciudadanía.

Primera:
El sistema del estado de bienestar está al borde del precipicio, sin que los partidos políticos establecidos, los sindicatos y las instituciones de nuestro sistema democrático estén dispuestos a arriesgar nada para impedirlo: sólo la acción ciudadana pacífica, decidida, valiente y constante puede impedir ese derrumbe.

Segunda: Es el momento imprescindible para una enorme demostración de fuerza pacífica, democrática, transversal, basada en la igualdad de tod@s los ciudadan@s, que evidencie que este no es un movimiento pasajero y que todos los intentos de desacreditarlo son baldíos.

Tercera: La demostración de fuerza del 19# debe ser la palanca para un salto cualitativo en la formulación de propuestas realizables. De una hoja de ruta cuya estación término sea alcanzar cuotas de poder y de influencia que permitan poner en marcha el ambicioso plan de reformas de nuestro sistema de convivencia; que frene la inercia –que hoy parece imparable- hacia la injusticia, la marginación de los débiles y el abuso de los poderosos.

Cuarta:
Porque los partidos políticos, las instituciones y los medios de comunicación deben ver la fuerza de este movimiento como un reto pacífico para sus intereses particulares y les obligue a definir si se quieren poner enfrente de este movimiento o quieren caminar hacia la transparencia, la profundización de la democracia –incluida la democracia económica- y una sociedad en donde la delegación de poder no sea un cheque en blanco para que una clase política -alejada de la realidad- haga lo contrario de lo que quieren sus electores en muchos casos.

Quinta: Porque los partidos, los sindicatos, las instituciones de representación y los poderes financieros tienen que entender que se ha acabado el tiempo en que la tecnología de la democracia sirva para lo contrario de para lo que se creo este sistema de representación. No podemos consentir que la democracia se haya convertido, en muchos casos, en la coartada para que quienes manejan las instituciones hagan lo contrario de lo que quieren sus representados, protegidos por un sistema de elección que impide el control de los dirigentes.

Sexta: La Unión Europea, como el sueño de igualdad de todos los ciudadanos del viejo continente, se está hundiendo. Hace falta un revulsivo continental para obligar a un giro radical a la dirección política de la UE para recuperar sus raíces y las razones que impulsaron su creación.

Séptima:
Porque hay que detener la primacía de los mercados sobre la sociedad civil y la soberanía de las sociedades; poner límite a la obscena auto retribución de los grandes ejecutivos que han sustituido la propiedad por la administración egoísta de unas empresas que ni siquiera les pertenecen. Limitar el abanico salarial es un objetivo sin el cual no puede haber democracia económica. Controlar los poderes financieros, una opción inaplazable.

Octava: Porque es necesaria una nueva vertebración de la sociedad democrática, con formas complementarias de representación e intervención en la vida social y política que permita a los ciudadanos el verdadero control de sus representantes. Los partidos deben entender que los cambios producidos en las tecnologías ya no les permiten secuestrar la voluntad de sus militantes ni sus electores. Su pervivencia dependerá de que se adapten a los cambios de esta sociedad.

Novena: Porque los más débiles se están quedando sin protección. Y los adelantos médicos que prolongan la vida no se traducen en mantener por encima de todo el bienestar, la dignidad y la esperanza de nuestros mayores.

Décima:
Porque la Igualdad que teóricamente está garantizada por la ley no está presente en quienes dictan las normas de convivencia para su realización práctica. Tod@s debemos ser iguales en la vida cotidiana, en la vida institucional y en la realización de nuestros sueños.

Por todas estas razones y muchas más que no puedo sintetizar porque forman partes de los sueños legítimos de millones de personas, considero imprescindible asistir mañana a una enorme demostración de fuerza pacífica que además frene de raíz los intentos de desprestigiar nuestros anhelos.

No podría estar más de acuerdo

    (¿CONTINUARÁ?)